Las Personas de la Tercera Edad. Unos Grandes Olvidados por la Divulgación Científica

Juan F. Gibaja, Miriam Cubas, Jesús Floro, Araceli González, Vanessa Guzmán, Santiago Higuera, Niccolò Mazzucco, Millán Mozota, Ariadna Nieto, Xavier Oms, Olga Palma, Antoni Palomo, Gerard Remolins e Silvia Valenzuela

Aunque los programas de divulgación científica relacionados con la arqueología parecen preparados para todo tipo de públicos, la realidad es muy diferente. Los museos, los parques arqueológicos, las visitas a yacimientos, suelen tener un público “cautivo” o fiel como son los niños y jóvenes de escuelas e institutos, y las familias con ciertos recursos que suelen participar en las Semanas de la Ciencia, la Noche de los Museos, etc. En este sentido, muchos otros colectivos quedan al margen de tales programas y ni siquiera se piensa en ellos a la hora de diseñarlos. Entre ellos estarían, por ejemplo, las personas de la Tercera Edad, las que tienen alguna discapacidad física e intelectual, las que por distintos motivos están en riesgo de exclusión social o los inmigrantes recién llegados que no tienen los mínimos recursos económicos. En el presente artículo queremos detenernos en nuestra experiencia con personas de la Tercera Edad, algunas de las cuales se encuentran en una situación económica complicada por la pensión que reciben o presentan ciertas dificultades físicas y psíquicas. Esta situación, evidentemente, se hace aún más crítica cuando, estando interesados, les es imposible costearse un autobús o tienen dificultades para trasladarse solos. El modelo y metodología empleada en las actividades que organizamos pueden servir de referencia para otros grupos de investigación o educadores que trabajan o pretenden iniciar un programa de divulgación científica con nuestros mayores. En este sentido, muchos otros colectivos quedan al margen de tales programas y ni siquiera se piensa en ellos a la hora de diseñarlos. Entre ellos estarían, por ejemplo, las personas de la Tercera Edad, las que tienen alguna discapacidad física e intelectual, las que por distintos motivos están en riesgo de exclusión social o los inmigrantes recién llegados que no tienen los mínimos recursos económicos. En el presente artículo queremos detenernos en nuestra experiencia con personas de la Tercera Edad, algunas de las cuales se encuentran en una situación económica complicada por la pensión que reciben o presentan ciertas dificultades físicas y psíquicas. Esta situación, evidentemente, se hace aún más crítica cuando, estando interesados, les es imposible costearse un autobús o tienen dificultades para trasladarse solos. El modelo y metodología empleada en las actividades que organizamos pueden servir de referencia para otros grupos de investigación o educadores que trabajan o pretenden iniciar un programa de divulgación científica con nuestros mayores.